Impartiendo por más de 25 años la cátedra de Derecho Internacional Público en la Universidad Panamericana, siendo cada semestre una experiencia diferente y renovadora.
Les hago ver a mis alumnos que en esta etapa de su vida se construyen las columnas que servirán de base para su futuro. Tendrán que adquirir hábitos como la disciplina, constancia, lealtad y un amor inquebrantable a lo que hacen.
Disciplina: entendida como esa perseverancia para lograr metas, esa capacidad para acatar las reglas, normas y mantener la concentración para conseguir objetivos, a pesar de las dificultades o distracciones que se presenten en su camino.
Constancia: con esa firmeza y ánimo para lograr propósitos por difíciles que parezcan, no aceptando de nadie un “no se puede”, o un “está difícil”, ya que esa persona que se los diga, les explico, es la que quiere que sean igual que ella, que no alcances sus metas y te quedes en la mediocridad en la que seguro ese individuo vive.
Lealtad: primero con uno mismo y después con los demás, para nunca dar la espalda a aquello que consideren importante en la vida. Que sea una herramienta para poder hacer frente a cualquier dificultad que se presente.
Ser leal es entregarse en cuerpo y alma a lo que uno le gusta y hacerlo con cariño y amor.
Amor con lo que uno hace, ir mucho más allá de un sentimiento o emoción, comprometerse con el prójimo al que seguramente en un futuro le prestarán un servicio legal, siendo pacientes, bondadosos, no orgullosos ni arrogantes.
A mis alumnos les recuerdo que además de aprender Derecho Internacional Público, deberán ser mujeres y hombres con valores, con la misión de ser felices y tratar de contagiar esta felicidad a los demás como si fuera un virus.
Por eso, al terminar cada semestre les digo cariñosamente: “soldados, misión cumplida”, ahora depende de ustedes. No es lo mismo el aula que la calle, que la vida misma, tendrán que sortear dificultades, vicisitudes y dependerá de cada uno salir adelante.
La fortaleza, el temple, el carácter serán cualidades que ustedes irán adquiriendo y moldeando a lo largo de su vida, su servidor como un humilde y limitado profesor, lo único que hace es poner un grano de arena en su formación.
Al terminar cada semestre, ya espero con ansiedad el que sigue, por esa adicción incontrolable de seguir formando mujeres y hombres que serán sin lugar a duda el futuro de nuestro querido México.
Además, por si esto fuera poco, es una gran satisfacción encontrarme a lo largo de los años profesionistas que han alcanzado sus metas y que ya sirven desde sus trincheras a los demás; pero lo que más me llena de orgullo es encontrarme personas que viven con felicidad y me recuerdan con cariño.
La gratitud es una cualidad que en ocasiones los seres humanos olvidan con facilidad, por eso hoy que acaba un semestre quiero aprovechar para agradecer a la Universidad Panamericana y a todas y todos los que han sido mis alumnos por su enorme paciencia y muestras de cariño.
Espero poder seguir dando clases muchos semestres más y continuar fortaleciendo en mis alumnos los hábitos de la disciplina, constancia, lealtad y amor, para que así logren todas las metas que se propongan. Pero lo más importante: que sean seres humanos felices, capaces de vivir plenamente sus vidas.
POR EDUARDO MACÍAS GARRIDO
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