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¿Quién cuida a quienes nos cuidan?

Publicado el: May 29, 2025

A inicios del siglo XX, en una conferencia universitaria, Margaret Mead compartió una anécdota que transformó la percepción sobre la humanidad. Una alumna le preguntó a la antropóloga cuál había sido el primer indicio de civilización en la humanidad. Esperaban que mencionara algo como el fuego, la rueda o alguna herramienta ancestral. Sin embargo, su respuesta fue diferente y muy humana: un hueso, concretamente un fémur fracturado que había sanado. En el reino animal, una fractura de este tipo implica una muerte segura. Para que ese hueso se curara, alguien tuvo que atender a la persona lesionada, darle de comer, resguardarle y hacerle compañía. Ese fue, para ella, el primer acto realmente civilizado: alguien cuidando a otro ser humano. 

Sin cuidados, no hay infancia segura, no hay vejez digna, no hay sociedad posible. Y, sin embargo, por mucho tiempo, cuidar ha sido visto como una responsabilidad privada, casi siempre de las mujeres, y pocas veces reconocida por las leyes o por el Estado. Es hora de transformar eso. 



La Ciudad de México ya dio un primer paso. Desde 2017, su Constitución reconoce el derecho al cuidado. El primer Sistema Público de Cuidados de la Ciudad de México ya es una realidad para las y los capitalinos; la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, dio el banderazo para la instalación de 200 espacios que permitirán el cuidado y desarrollo de niñas y niños, servicio de lavandería, comedor, casa de día para personas mayores, atención a personas con discapacidad, consultorios médicos y odontológicos, así como espacios deportivos. 

Esto vuelve a colocar a la Ciudad de México como progresista, pero ahora hace falta ir más allá de la capital: necesitamos un Sistema Nacional de Cuidados, un sistema que no sólo reconozca el derecho al cuidado digno, sino que esté garantizado para todas las personas en situación de dependencia a lo largo de su vida.

En este sentido, hace unos meses propuse que el Congreso de la Unión legisle en la materia y establezca a nivel constitucional el derecho al cuidado digno y la corresponsabilidad en igualdad de condiciones entre mujeres y hombres. 

Este Sistema debe partir de una visión de derechos humanos, basada en tres principios fundamentales: universalidad, para que no dependa de la capacidad económica de las familias y se priorice a las personas en situación de vulnerabilidad; corresponsabilidad, para no seguir delegando esta labor únicamente en las mujeres y haya una redistribución equitativa entre hombres y mujeres, entre el sector público y el privado, entre la comunidad y las familias; finalmente, reconocer el trabajo de cuidados, ya sea remunerado o no, pero que sea valorado, protegido y apoyado mediante políticas públicas efectivas.

Este es un llamado a trazar un nuevo horizonte moral, donde los cuidados sean reconocidos y valorados. Porque cuidar es civilizar, y civilizar es reconocer que el bienestar es colectivo, que el cuidado de las personas no puede depender de la suerte, género o recursos, sino de todas y de todos para construir un camino que respalde el proyecto de país y de nuestra ciudad, una ciudad donde el cuidado y el bienestar sean derechos que lleguen a cada hogar. 

POR JANNETE GUERRERO MAYA

COLABORADORA

@jguerreromaya

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