Este sábado 31 de mayo de 2025 se celebra un venturoso aniversario que es orgullo nacional: cumple cien años el Diario de Yucatán (DY), un periódico cuyo santo y seña es haber sido —y ser— un severo crítico del poder, sin importar quién lo ejerce o lo usurpa, y un sólido defensor de las libertades, la de expresión y las otras.
El desvío de recursos públicos, el fraude electoral, la injusticia y los abusos del poder son temas que recurrentemente han ocupado sus páginas. Su contribución al desarrollo de la democracia ha sido notable, al grado que la alternancia, hoy tan común en México, no se explicaría en Yucatán sin la presencia del Diario, como es conocido por sus lectores.
Carlos R. Menéndez González, cuya trayectoria periodística se inició en La Revista de Mérida, fue despojado de ésta en 1909, tras de sufrir prisión y exilio. Menéndez fundó después la Revista de Yucatán y, en 1925, el Diario de Yucatán, un periódico que es hijo del fuego y de la pasión.
Es hijo del fuego que arrasó en 1924 la redacción y talleres de La Revista de Yucatán, a manos de una turba enviada por un gobierno intolerante y represor. Y es hijo de la pasión de su fundador porque, cuando aún no se apagaba el incendio destructor de su diario y su patrimonio, él ya estaba solicitando, a crédito, el envío de otra rotativa y equipo que permitieron, dos meses después del atentado, la reaparición efímera de La Revista de Yucatán, de la cual meses después Menéndez fue nuevamente despojado.
Otra vez la pérdida de patrimonio, otra vez la tribuna periodística segada… y otra vez la pasión centelleante, indoblegable: menos de un año después, el 31 de mayo de 1925, saltó a la palestra el Diario de Yucatán, que también habría de sufrir embates de gobiernos represores, cuyas huestes emprendieron ataques armados, sitiaron el edificio del diario y en 1931 obligaron a suspender su publicación por más de un año, hasta que un amparo de la Suprema Corte permitió su reaparición.
Miguel Civeira Taboada lo resume así: “Don Carlos R. Menéndez, por ser antirreeleccionista ve desaparecer su Revista de Mérida; por decirle a sus amigos de lucha antirreeleccionista —entonces en el poder— los postulados de la revolución mexicana y señalarles sus errores, ve arder su “Revista de Yucatán”; y al final, periodista por vocación, con energía de capitán de empresa, hace surgir un nuevo periódico: El Diario de Yucatán, víctima, también, de enconadas persecuciones”.
La dinastía familiar fundada por don Carlos R. Menéndez tuvo su continuación, al morir el patriarca, con su hijo Abel Menéndez Romero, quien a su vez cedió la dirección del DY a su hijo Carlos R. Menéndez Navarrete, quien en su momento lo entregó a su hijo Carlos Ricardo.
Hoy, cuando los periódicos luchan por mantener su presencia impresa en los tiempos digitales, Carlos Ricardo Menéndez Losa tiene el timón del Diario y ha creado el Grupo Megamedia, un conjunto de empresas que, con el DY como buque insignia, respaldan la viabilidad del periódico que este sábado cumple cien años.
Plus on line: “¿Y Menéndez, está muerto Menéndez?”
En el ataque de 1931, el gobernador Bartolomé García Correa agredió brutalmente al DY: su policía invade las oficinas del periódico y sus esbirros confiscan los ejemplares y hacen hogueras con ellos. También son incautados valores del diario, en tanto que los reporteros son amenazados y ninguna fuente oficial les da información. Tres hijos del fundador, Rubén, Mario y Antonio Menéndez Romero son enviados a prisión, mientras don Carlos y su hijo Abel (abogado y quien sería el segundo director del rotativo) emprenden la defensa legal del periódico.
Por esos días, el gobernador García Correa visita al entonces secretario de Guerra, Plutarco Elías Calles, y le reporta que, por fin, el Diario de Yucatán está muerto.
—¿Y Menéndez, dónde está Menéndez, está muerto? —pregunta Calles, con ansiedad.
—No, no está muerto… —responde el cacique yucateco.
—Entonces no has hecho nada —recrimina el Jefe Máximo.
Y sí. El 20 de febrero de 1933, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad de cinco votos, resuelve que “la Justicia de la Unión ampara y protege a los señores Carlos R. Menéndez y demás designados… contra la orden dictada por el C. Gobernador del Estado de Yucatán que tiende a evitar la circulación del Diario de Yucatán y contra la ejecución de la misma, encomendada a los Presidentes Municipales…”.
Y el 12 de marzo de 1933, el Diario reaparece y estrena edificio de arquitectura neoclásica maya, en el número 521 de la calle 60 de Mérida, donde aún está la sede del periódico.
Por la redacción del Diario de Yucatán pasaron relevantes personajes de la política y la cultura como Carlos Loret de Mola y Carlos Castillo Peraza, y periodistas notables como Mario Renato Menéndez, director del diario Por Esto que falleció en 2024, y Jorge Muñoz Menéndez, prematuramente fallecido en 2013. Dos célebres fotógrafos también trabajaron para el DY: Joaquín Reyes Sánchez “Torrente”, fallecido en 1955 al desplomarse una avioneta en la que viajaba, a causa del huracán Janet, e Isidro Ávila Villacís, sucesor de “Torrente” como fotógrafo titular del periódico y hoy en el retiro. Obviamente, los citados son sólo algunos ejemplos de los muchos personajes notables que laboraron en el Diario en este siglo y en el anterior.
Singular por diversas razones, hay hechos insólitos en la historia del diario yucateco, como su rechazo a admitir propaganda pagada de partidos políticos y su negativa a publicar, en los 70, publicidad pagada del gobierno estatal, cuyos avisos —al menos durante un sexenio– eran reunidos y publicados en una sección llamada “Avisos oficiales”, sin costo para el Ejecutivo.
Su línea editorial de denuncia y de intolerancia a la corrupción fue uno de los factores para que, en tiempos de la hegemonía priista, Mérida fuera una de las primeras capitales estatales en ser gobernada por un alcalde de oposición, Víctor Manuel Correa Rachó, postulado por el PAN para el trienio 1968-1970.
Desde su aparición, el periódico tuvo una circulación impresionante y una influencia y credibilidad muy notables. En los ochentas (después de 16 años en el DY) me incorporé al diario unomásuno fundado por Manuel Becerra Acosta y, cuando comentaba yo el tiraje del rotativo yucateco —de 50 mil ejemplares—, mis compañeros me miraban con incredulidad y me comentaban:
—Dudamos que ese tiraje sea real y, en todo caso, ¿cuántos de ese tiraje se venden?
—Yo he visto detenerse la rotativa en poco más de 50 mil —respondí yo— y hay auditorías que respaldan el tiraje. Ah, y la empresa vende todos los ejemplares porque imprime solamente los que el día anterior le pagan por anticipado los voceadores.
En materia de circulación, el Diario tuvo un récord el 3 de julio de 2000, cuando informó que el PRI perdió la Presidencia de la República, a manos del panista Vicente Fox Quesada: 118 mil 440 ejemplares.
Felicidades al periódico, a sus directivos y al personal de sus diferentes departamentos. Todos ellos pueden estar orgullosos de laborar en un Diario que es hijo del fuego y de la pasión.
POR EDUARDO R. HUCHIM
@EDUARDORHUCHIM
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