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Disputas estériles y egos facilitan la tarea de Trump

Publicado el: June 13, 2025

Parafraseando la Ley de Murphy: si algo va mal, puede ponerse peor. Y si la clase política mexicana no supera el marasmo que la domina, y la sociedad civil no se sacude los rencores ni las discusiones políticas fatuas, olvidando que estamos en el mismo barco, eso podría ocurrir en la relación México-Estados Unidos, que hoy enfrenta un momento complejo en temas cruciales como migración, economía seguridad.

Con una clase política, empresarial y social distraída en sus propios intereses, la presidenta Claudia Sheinbaum se percibe sola, enfrentando la dura embestida de Donald Trump, quien, hábil como es, cada día da una nueva vuelta de tuerca en la relación bilateral, presionando a nuestro gobierno con acciones para intentar ponerlo contra las cuerdas y mostrarse como un presidente fuerte, decidido a defender los intereses de EU.



De este lado de la frontera, sobre un tablero en el que se avecinan jugadas difíciles, siempre hay tiempo para corregir y sumar. Máxime cuando a la vista hay retos importantes como la eventual visita de Marco Rubio, secretario de Estado; el encuentro cara a cara entre Sheinbaum y Trump durante la cumbre del G-7; la renegociación del T-MEC en la segunda mitad del año; la posible imposición de impuestos a las remesas, y el endurecimiento de las redadas contra nuestros paisanos.

Pero en la búsqueda de unidad y fuerza para enfrentar esos desafíos, surgen las preguntas: ¿Dónde están los gobernadores y legisladores de todos los partidos para arropar y fortalecer, más allá de simples declaraciones o desplegados, a la Presidenta? ¿Dónde está el Consejo Coordinador Empresarial? ¿Dónde está el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México y líder de la Iglesia más importante, la católica? ¿Dónde están los líderes sindicales y obreros de la CTM, CATEM, CROC y SNTE, por citar algunos?

La respuesta es: pasmados. O, en el peor de los casos, lanzando críticas contra el gobierno y el movimiento de la 4T. De sumar esfuerzos en favor de un proyecto común, ni hablar. Tal vez por miedo o precaución, para evitar ser “desvisados” por EU, como ya le ocurrió a políticos y artistas mexicanos. Todos prefieren mantener un perfil bajo.

De los hombres “fuertes” de Morena en el Congreso, ni hablar. El líder de sus diputados, Ricardo Monreal, se ha limitado a hacer declaraciones en medios o redes sociales para pedir apoyo a la Presidenta, lo mismo que su coordinador en el Senado, Adán Augusto López, con simples llamados a la unidad en defensa de los migrantes. Y qué decir del líder senatorial, Gerardo Fernández Noroña, enfrascado en pleitos con opositores, burlándose del senador estadounidense Eric Schmitt, y hablando de un muro fronterizo a partir de un mapa de 1830.

Sus declaraciones lucen más como oportunistas y llamados a misa en un momento crucial, que como una verdadera determinación para conciliar intereses políticos, económicos y sociales entre todos los mexicanos, e inyectar fuerza a la presidenta Sheinbaum y a su primer círculo, que la acompaña en las duras negociaciones con el vecino del norte. Entre ellos están los titulares de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente; de Seguridad, Omar García Harfuch; de Economía, Marcelo Ebrard; y el embajador en EU, Esteban Moctezuma.

Echar culpas al presidente y al Congreso estadounidenses por sus decisiones y afectaciones a nuestro país resulta fácil. Lo verdaderamente complicado -y paradójicamente sencillo- está en los propios mexicanos: trabajar unidos en un mismo proyecto, renunciando a discusiones estériles y protagonismos inútiles. ¿Seremos capaces? Veremos.

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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La oposición critica todo, pero no propone nada. El oficialismo aplaude todo, pero tampoco hace mucho. ¡Gran equipo de espectadores!”.

POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO  

ALFREDO.GONZALEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM                                                                         

@ALFREDOLEZ

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